6/4/16
Infinito
Cómo es el corazón de los niños que aún tiene la capacidad de leer el Universo.
¿En qué momento nos hemos desconectado? Del mundo. De nosotros mismos.
"Hay que ser...."
"Eres...."
Esas etiquetas que nos clasificaron y enseñaron los márgenes imaginarios de nuestras más crueles limitaciones. Que día a día intentamos romper y con los que chocamos sin saber casi constantemente. Que hace ya tiempo, en un momento de lo más tonto, cuando nuestro corazón aún estaba hecho de magia y luz, decidió que algo "no era" como tenía que ser.
Que no "éramos" lo suficientemente ésto o "éramos" demasiado lo otro.
Juicio. Culpa."Crecer".
Es muy útil clasificar el mundo para entenderlo y por eso lo agradecimos, aunque doliera, aunque aceptarlo y "madurar" supusiera admitir esa "versión" impuesta e inamovible de nuestra esencia.
Ese descuido en el que nos confundimos y "lo que haces" pasó a ser "lo que eres", para pasar a ser "como te ves" y más tarde "qué decides de ti mismo".
Esta noche ha habido emociones de más en el cuento de buenas noches. Hoy tuvimos que hacer recuento y repasar cuánto nos queremos, porque a Antón se le ha expandido ese corazón de luz un poquito y quiere asegurarse de que hay para todos.
"-¿Cuánto quieres a Elenita?
-Infinito.
-YO MÁS.¿Y cuánto quieres a Papá?
-Infinito
-YO MÁS.¿Y a Memé?
-Infinito
-YO MÁS ¿Y a Irene, Ana, Tatá, Manuel ( Y toooodos sus familiares directos)?
-Infinito
-YO MÁS.¿Y a ti?
-.......
-¿Y a tí Mamá, cuántooo?
-Mucho cielo
-No Mamá, es más que infinito! Yo me quiero más que infinito! ¿Y tú?"
El terremoto en el pecho hace que tiemble la garganta y sólo se me ocurre un beso de buenas noches mientras él me dice "Infinto" una vez más.
No me preguntó si yo le quería. LO SABE.
No entendió que YO no me quisiera infinito, porque gracias al cielo, aun mira la vida bonito y a ÉL, que es mi Infinito, aún no se le ha olvidado quererse.
( A Irene y Mamen)
13/3/16
¿A dónde vamos?
Abrigo. Corre. Paraguas. Deprisa. Ascensor. Vamos. Párking. Venga. Semáforo. No llegamos. Atasco. Bufff. Carrera final. Timbre. Besotequieroadiós.
5 días a la
semana.
Como cada
familia, como cada niño, Isaac desayunaba estrés y empezaba la
mañana con la cara de prisa de Mamá.
Despertador.
Buenos días cielo. ¿A dónde vamos?. Tú al cole, Mamá a trabajar.
Todos los días
la misma rutina y la misma incertidumbre al mismo tiempo. Isaac no
estaba despierto aunque pudiera vestirse, aunque se lavara la cara,
aunque tragara el plátano de camino al coche… Isaac no sabía
nunca a dónde iba. Se dejaba llevar y no protestaba. Vamos. Venga.
Deprisa.
Una mañana de
Junio, cerca del final de curso Isaac volvió a preguntar ¿A dónde
vamos? al subir al coche. Su madre, extrañada y algo preocupada
por el despiste le dijo:
- Isaac cielo,
vamos, como todos los días al cole y a trabajar, ¿todavía no lo has
aprendido?
-Si Mamá, ya sé
que cada mañana me quedo en el cole y tú trabajas en una oficina,
pero llevo todo el curso preguntándote a dónde vamos y todavía no
me has contestado
¿A DÓNDE VAMOS?
¿Nos hemos hecho
esa pregunta de manera responsable en lo relativo a la educación de
nuestros hijos? ¿Somos conscientes de las consecuencias de nuestra
forma de educar o, al menos, nos hemos planteado si lo que queremos
para nuestros hijos se puede conseguir de la manera en que los
estamos educando?
Es muy común
tener una imagen de la etapa educativa de nuestros hijos como una
montaña que necesitamos escalar, como una cumbre escarpada y llena
de peligros que tenemos que conquistar, y hemos llegado a esa
concepción de la educación porque la sociedad y los estilos
educativos que imperaban hasta el momento no nos daban otra
alternativa que IMPONERNOS a nuestros hijos, que plantar un hacha de
guerra a diario para poder "educar" a base de modificar conductas.
La vida es un
viaje, y los kilómetros que empezamos a recorrer como padres desde
el momento en que nacen nuestros hijos son sin duda, las etapas del
camino que más crecimiento nos van a aportar si intentamos viajar de
la mano, haciendo familia , permitiendo ese crecimiento mutuo y guiándolo
de manera respetuosa.
Pensemos en esa
mochila en la que metemos las herramientas de supervivencia cuando
vamos a vivir una aventura ¿de qué queremos que se vaya llenando la
de nuestros hijos a lo largo de ese viaje? ¿Qué queremos que se
lleven de su trayectoria personal, de su camino de crecimiento? ¿A dónde
podemos llegar si la mochila está vacía o si estuviera llena de
objetos peligrosos o inútiles?
Con nuestra forma
de educar y guiar en la vida a nuestros hijos deberíamos aportarles
habilidades que les faciliten un propósito en la vida y una plenitud
al final de sus días, deberíamos intentar ofrecerles recursos para
que, el día de mañana sepan a dónde van y por qué.
27/12/15
SIN ENVOLVER
"
No es que fuera una molestia, pero un "trágame tierra" muy grande se le pasó por la cabeza cuando la cara de su madre apareció estática a la vez que parpadeante en la pantalla de su móvil.
No es que no quisiera coger el teléfono....pero lo cierto es que no estaba preparada para atender esa llamada.
Estaba ocupada, cansada, y un poco distraída. No se veía con fuerzas para consolar a la mujer más fuerte del mundo.
"¿Yo? ¿A mi? Se habrá equivocado. Luego la llamo"
Siguió preparando el presupuesto y se olvidó de todo.
Llegó a casa y, para su sorpresa, no había nadie. Entonces recordó la llamada y empezó a inquietarse. "¿Habrá pasado algo?" pensó
Vació el bolso en el suelo ( sabía que no encontraría el móvil de otra manera ) y llamó a su madre.
"¿Mamá dónde estás? ¿Todo bien?"
"Hola Reina, si, bueno...no tengo mucha cobertura. Ahora no puedo hablar. Te veo luego"
Había estado llorando. Lo sabía porque no la reconocía en aquella voz. Nunca antes había escuchado esa distancia en sus palabras.
Elena se quedó a esperarla en su cama mientras terminaba de preparar trabajo para el día siguiente y sin poder remediarlo se quedó dormida hasta que una mano fría en la frente la despertó horas después.
"Vete a tu cama Reina, aquí no estás cómoda"
"¿Mamá dónde estabas? ¿Qué pasa? ¿Necesitas hablar?"
"Si hija, necesito hablar con ella. Lo necesito muchísimo pero ya no está. He estado ordenando sus cosas para donarlas a la ONG de tu prima. Siento haber llegado tan tarde. Venga, vete a tu cama y descansa que mañana tienes trabajo"
A Elena se le despertó un dolor nuevo en el pecho. Diferente a todo.
Perder a su abuela la había entristecido, pero ver en su madre la expresión de la indefensión acababa de partila en dos.
"Mamá...sé que echas de menos a la abuela, pero ella ahora ya no sufre"
"Si hija, tenía que irse........ Ma-ña-na ma-dru-gas!!! Venga! A la cama!"
Elena se fue a dormir bastante triste por su madre pero con la rutina y los quehaceres diarios, las dos siguieron con su vida y no volvieron a hablar de aquella noche.
Al año siguiente por las mismas fechas Elena volvió a recibir y no contestar la misma llamada estática a la par que parpadeante de su madre y al llegar a casa esa noche, se la encontró pensativa en el sofá, con una caja de zapatos sobre las rodillas...
"Ais Mamá, es que estaba en una reunión y luego se me pasó llamarte....¿Qué tal el día?"
"Mira, ven."
Su madre, sin levantar la vista de una foto en blanco y negro que sujetaba como si fuera a romperse la imagen, dió dos toquecitos al sofá invitándola a sentarse a su lado.
"Aquí estábamos de camino a la Ermita de San Miguel y el abuelo nos puso en fila para sacarnos una foto...mira a la tía Sole qué cara! jajajjja"
Elena nunca había visto esas fotos y no reconocía a su madre en ellas.
"¿Cual eras tú Mamá?"
"¡¡Soy la enana en brazos de la abuela!! ¡Mira qué guapísima! Y qué tipazo ¿eh? Has heredado su pelo, ¿ves?"
"Qué guapa..."
"Mira, aun recuerdo ese día. Me caí jugando con la pelota y me hice una herida en el brazo...como no me calmaba la abuela me dibujó una historia en una servilleta. No dibujaba bien pero recuerdo que mientras iba contándomela, la pintaba con una pluma del abuelo y el papel absorbía la tinta, entonces quedó un borrón sin forma que me hizo reír muchísimo. Lo pasamos bien."
Con mucho más cuidado aún sacó la servilleta de un sobre.
"Mira el borrón" le dijo con los ojos humedecidos.
Elena no podía decir nada porque tenía un nudo en la garganta que la enmudecía , así que apartó la mirada y cogió nerviosa la caja del regazo de su madre para ver lo que había en ella.
"Ten cuidado Reina. Son todos los regalos que me hizo tu abuela. Te dejo que investigues. Voy a hacer la cena"
Cuando se quedó sola vació todo el contenido de la caja sobre la mesa del comedor para examinarlo con calma:
Había un retal de tela de flores con el nombre "Carmen" bordado dos veces. Uno de los nombres había sido bordado por alguien que sabía hacerlo , y el otro, sin duda, por alguien inexperto.
También había una cuartilla recortada con la mano, con una lista de la compra escrita por un lado "Maicena, Azúcar, huevos, un limón", y por el otro un dibujo muy mal hecho de una señora con un pastel en la mano.
Encontró un billete de tren del año 1966, de Madrid a La Coruña, con un perro dibujado al dorso y una foto de un grupo de niñas bañándose en el mar con una frase por detrás "Primer día de playa".
Un lápiz de labios rojo muy gastado. Un botón en forma de margarita. Una revista de crucigramas destrozada. Una cajita de madera con un papel dentro que decía "besos de repuesto"...
Le desconcertó un sobre con un montón de trozos de papel doblados y recortados en formas extrañas con números escritos en lápiz. Los desdobló y descubrió en uno de ellos una inscripción "Patrón Vestido Novia Carmela".
Su madre nunca le había contado que su abuela le había hecho el traje de novia y con esos trozos de recuerdos amarillentos se las imaginó rodeadas de telas y alfileres, diseñando, cortando, cosiendo y compartiendo momentos de impaciencia e ilusión juntas.
Elena fue a la cocina y se encontró a su madre haciendo un pastel de limón.
"¿Mamá cuéntame qué es todo esto?"
"Ya te lo he dicho hija....son todos los regalos que me hizo mi madre. Me los dió sin envolver.
No hizo falta"
.........
Todos queremos ver la cara de ilusión de nuestros hijos en las fiestas Navideñas, pero pensemos en todos los regalos sin envolver que podemos darles cada día. No olvidemos que en su caja de tesoros sólo van a caber recuerdos.
María Soto
( A mi madre, a mi abuela y a mi hija)
No es que fuera una molestia, pero un "trágame tierra" muy grande se le pasó por la cabeza cuando la cara de su madre apareció estática a la vez que parpadeante en la pantalla de su móvil.
No es que no quisiera coger el teléfono....pero lo cierto es que no estaba preparada para atender esa llamada.
Estaba ocupada, cansada, y un poco distraída. No se veía con fuerzas para consolar a la mujer más fuerte del mundo.
"¿Yo? ¿A mi? Se habrá equivocado. Luego la llamo"
Siguió preparando el presupuesto y se olvidó de todo.
Llegó a casa y, para su sorpresa, no había nadie. Entonces recordó la llamada y empezó a inquietarse. "¿Habrá pasado algo?" pensó
Vació el bolso en el suelo ( sabía que no encontraría el móvil de otra manera ) y llamó a su madre.
"¿Mamá dónde estás? ¿Todo bien?"
"Hola Reina, si, bueno...no tengo mucha cobertura. Ahora no puedo hablar. Te veo luego"
Había estado llorando. Lo sabía porque no la reconocía en aquella voz. Nunca antes había escuchado esa distancia en sus palabras.
Elena se quedó a esperarla en su cama mientras terminaba de preparar trabajo para el día siguiente y sin poder remediarlo se quedó dormida hasta que una mano fría en la frente la despertó horas después.
"Vete a tu cama Reina, aquí no estás cómoda"
"¿Mamá dónde estabas? ¿Qué pasa? ¿Necesitas hablar?"
"Si hija, necesito hablar con ella. Lo necesito muchísimo pero ya no está. He estado ordenando sus cosas para donarlas a la ONG de tu prima. Siento haber llegado tan tarde. Venga, vete a tu cama y descansa que mañana tienes trabajo"
A Elena se le despertó un dolor nuevo en el pecho. Diferente a todo.
Perder a su abuela la había entristecido, pero ver en su madre la expresión de la indefensión acababa de partila en dos.
"Mamá...sé que echas de menos a la abuela, pero ella ahora ya no sufre"
"Si hija, tenía que irse........ Ma-ña-na ma-dru-gas!!! Venga! A la cama!"
Elena se fue a dormir bastante triste por su madre pero con la rutina y los quehaceres diarios, las dos siguieron con su vida y no volvieron a hablar de aquella noche.
Al año siguiente por las mismas fechas Elena volvió a recibir y no contestar la misma llamada estática a la par que parpadeante de su madre y al llegar a casa esa noche, se la encontró pensativa en el sofá, con una caja de zapatos sobre las rodillas...
"Ais Mamá, es que estaba en una reunión y luego se me pasó llamarte....¿Qué tal el día?"
"Mira, ven."
Su madre, sin levantar la vista de una foto en blanco y negro que sujetaba como si fuera a romperse la imagen, dió dos toquecitos al sofá invitándola a sentarse a su lado.
"Aquí estábamos de camino a la Ermita de San Miguel y el abuelo nos puso en fila para sacarnos una foto...mira a la tía Sole qué cara! jajajjja"
Elena nunca había visto esas fotos y no reconocía a su madre en ellas.
"¿Cual eras tú Mamá?"
"¡¡Soy la enana en brazos de la abuela!! ¡Mira qué guapísima! Y qué tipazo ¿eh? Has heredado su pelo, ¿ves?"
"Qué guapa..."
"Mira, aun recuerdo ese día. Me caí jugando con la pelota y me hice una herida en el brazo...como no me calmaba la abuela me dibujó una historia en una servilleta. No dibujaba bien pero recuerdo que mientras iba contándomela, la pintaba con una pluma del abuelo y el papel absorbía la tinta, entonces quedó un borrón sin forma que me hizo reír muchísimo. Lo pasamos bien."
Con mucho más cuidado aún sacó la servilleta de un sobre.
"Mira el borrón" le dijo con los ojos humedecidos.
Elena no podía decir nada porque tenía un nudo en la garganta que la enmudecía , así que apartó la mirada y cogió nerviosa la caja del regazo de su madre para ver lo que había en ella.
"Ten cuidado Reina. Son todos los regalos que me hizo tu abuela. Te dejo que investigues. Voy a hacer la cena"
Cuando se quedó sola vació todo el contenido de la caja sobre la mesa del comedor para examinarlo con calma:
Había un retal de tela de flores con el nombre "Carmen" bordado dos veces. Uno de los nombres había sido bordado por alguien que sabía hacerlo , y el otro, sin duda, por alguien inexperto.
También había una cuartilla recortada con la mano, con una lista de la compra escrita por un lado "Maicena, Azúcar, huevos, un limón", y por el otro un dibujo muy mal hecho de una señora con un pastel en la mano.
Encontró un billete de tren del año 1966, de Madrid a La Coruña, con un perro dibujado al dorso y una foto de un grupo de niñas bañándose en el mar con una frase por detrás "Primer día de playa".
Un lápiz de labios rojo muy gastado. Un botón en forma de margarita. Una revista de crucigramas destrozada. Una cajita de madera con un papel dentro que decía "besos de repuesto"...
Le desconcertó un sobre con un montón de trozos de papel doblados y recortados en formas extrañas con números escritos en lápiz. Los desdobló y descubrió en uno de ellos una inscripción "Patrón Vestido Novia Carmela".
Su madre nunca le había contado que su abuela le había hecho el traje de novia y con esos trozos de recuerdos amarillentos se las imaginó rodeadas de telas y alfileres, diseñando, cortando, cosiendo y compartiendo momentos de impaciencia e ilusión juntas.
Elena fue a la cocina y se encontró a su madre haciendo un pastel de limón.
"¿Mamá cuéntame qué es todo esto?"
"Ya te lo he dicho hija....son todos los regalos que me hizo mi madre. Me los dió sin envolver.
No hizo falta"
.........
Todos queremos ver la cara de ilusión de nuestros hijos en las fiestas Navideñas, pero pensemos en todos los regalos sin envolver que podemos darles cada día. No olvidemos que en su caja de tesoros sólo van a caber recuerdos.
María Soto
( A mi madre, a mi abuela y a mi hija)
27/10/15
Taller en Vigo 7/11
¡Hola a tod@s!
A este taller queremos dedicarle un post entero...¿Os imagináis la ilusión que nos hace?
Todos los talleres, todas las charlas, cada sesión de asesoramiento...cada vez que tenemos la oportunidad de compartir este gran tesoro que es la Disciplina Positiva, nos sentimos enormemente ilusionados y felices.
¿Pero qué tiene Vigo? Vigo tiene que hemos dicho un tímido ¿Hola? y se nos ha recibido con más de 100 brazo abiertos...y eso marca.
Queremos agradeceros la acogida y ofreceros a posibilidad de seguir descubriendo una forma de educar que nos ayuda a crecer mientras vemos crecer a nuestros hijos, nos ayuda a sacar lo mejor de nosotros mismos mientras fomentamos la confianza y la motivación y les ayudamos a descubrir sus infinitas capacidades.
Gracias por confiar y querer EDUCAR BONITO.
En las charlas os dimos un adelanto de lo divertido que puede ser mirar la educación con otros ojos, atreverse a buscar algo más allá de los premios y castigos y entender qué nos piden nuestros hijos mientras están aprendiendo a vivir.
¿Os animáis a dar un paso más? ¿Queréis darle un giro total a los gritos, las peleas y la tensión en casa?
Gracias a la Librería Rayuela por abrirnos las puertas acercarnos a las autoras y sus libros, y gracias ahora a La mona chita, por cedernos su espacio, en donde podremos estar ahí Vigo, creciendo con vosotros.
¡¡Nos vemos el día 7!! ¡Sólo quedan 10 plazas!
EDUCA BONITO con Disciplina Positiva
4/10/15
Tu primer día
Te propongo un juego.
Imagina que estás en un despacho. En teoría es tu primer día de "trabajo" aunque aun no tienes muy claro qué tienes que hacer o dónde estás.
A tu alrededor hay un montón de cosas que jamás habías visto y no puedes evitar el impulso de explorar, primero con la mirada y luego con tus manos, todas aquellos pequeños objetos que te intrigan y, de alguna manera que no puedes controlar, te llaman.
Tocas, miras. Investigas. Pero aun así no sabes qué es cada cosa.
Estás solo, o al menos eso crees. Esa sensación de intimidad, por llamarla de alguna manera, da rienda suelta a tu imaginación y a tu sentido de la libertad: "Si todo ésto está aquí, justo delante ¿será para mí, no? Está claro que no se ha puesto aquí por casualidad."
Justo cuando te sientes completamente a gusto, estimulado y a punto de decidir que te encanta todo lo que ves, el corazón se te encoge y das un pequeño salto en la silla. Alguien acaba de entrar sin llamar. Con ímpetu, determinación y sin preguntar.
Qué susto.
Esa persona,que no te mira, sino a la mesa y los objetos que hay en ella, empieza a gritar palabras ininteligibles para ti. Habla en un idioma desconocido y empiezas a sentir temor.
¿Por qué está tan exaltado?
Sus palabras hacen eco en tu cabeza y tu sólo quieres encogerte hasta desaparecer. Sientes que quieres salir corriendo y al mismo tiempo, unas ganas irrefrenables de levantarte y plantarle cara.
O no. O llorar. A lo mejor llorar es lo que te apetece. Pero no lo tienes claro, porque no puedes pensar con claridad. Su voz, su tono áspero y nada amable no te deja pensar.
No quiero que me diga nada. No así al menos.
Como no sabes qué te dice te quedas quieto. Pero sigue hablando.Parece que demanda algo.¡No se calla!
Quieres entender lo que pasa e intentas preguntar tímidamente.
Error, es un monólogo. No puedes participar.
Entonces optas por tocarlo todo. Revuelves los objetos de la mesa buscando sin saber qué. A lo mejor te está pidiendo algo. Esperas su reacción y no se hace esperar.
Su tono se endurece y el volumen de su voz se eleva.
No. No has acertado. Quedarse quieto no. Tocar tampoco.
¿Qué hago? No entiendo.
Ya sé. Gritaré. Intentaré hablar su idioma. Voy a imitarle.
Entonces gritas y gesticulas. Expulsas sonidos incongruentes dejándote llevar por la intensidad del momento. Has decidido que podrías intentar hacerte entender si te pareces a él.
Para tu sorpresa esa persona se va. Se da la vuelta gritando en su idioma sin sentido y te deja allí, excitado, con la palabra en la boca y queriendo expresar tu indignación.
Menudo primer día.
Menudo trato y menudo training.
Me dejan estos chismes aquí. Me asustan, me gritan y se van.
Pues yo ahora quiero gritar y romper. Que me oigan bien. Me siento mal, enfadado y decido en este instante dejar este puesto. Me niego a trabajar aquí, cooperar o intentar esforzarme por esta "empresa" si cualquiera puede venir y humillarme así.
No entiendo por qué se van.
Y ahora necesito que venga alguien y me explique qué narices pasa. Y un café de paso.
Y entonces gritas pidiendo ayuda. Estás solo y desconcertado.
Y no viene nadie.
Pasa un rato y decides que es inútil. Te rindes. No van a aparecer.No vale la pena.
Aunque...espera. ¿Qué estaba haciendo cuando entró esa persona?
Si. Ya sé. Tocar los objetos de mi mesa.
Recuerdo concretamente que esta accionando el botón verde ese....
Efectivamente. Lo has conseguido. Qué buena decisión. Ahí está esa persona otra vez.
Intentas hablarle en un idioma entre el tuyo y el suyo. Estás nervioso. Creías que era lo que tenías que hacer pero resulta que ya ni habla. Su cara lo dice todo. O nada. No sabes. Otra vez perdido.
Te agarra por el brazo, te levanta casi en volandas y gritando en otro idioma con muchas más consonantes te sienta en una silla y vuelve a marcharse.
¿Cómo te sientes?
¿Qué estás pensando?
¿Qué estás decidiendo?
Todos los días pueden primeros días.
Todo puede ser susceptible de ser aprendido. O no.
Imagina que estás en un despacho. En teoría es tu primer día de "trabajo" aunque aun no tienes muy claro qué tienes que hacer o dónde estás.
A tu alrededor hay un montón de cosas que jamás habías visto y no puedes evitar el impulso de explorar, primero con la mirada y luego con tus manos, todas aquellos pequeños objetos que te intrigan y, de alguna manera que no puedes controlar, te llaman.
Tocas, miras. Investigas. Pero aun así no sabes qué es cada cosa.
Estás solo, o al menos eso crees. Esa sensación de intimidad, por llamarla de alguna manera, da rienda suelta a tu imaginación y a tu sentido de la libertad: "Si todo ésto está aquí, justo delante ¿será para mí, no? Está claro que no se ha puesto aquí por casualidad."
Justo cuando te sientes completamente a gusto, estimulado y a punto de decidir que te encanta todo lo que ves, el corazón se te encoge y das un pequeño salto en la silla. Alguien acaba de entrar sin llamar. Con ímpetu, determinación y sin preguntar.
Qué susto.
Esa persona,que no te mira, sino a la mesa y los objetos que hay en ella, empieza a gritar palabras ininteligibles para ti. Habla en un idioma desconocido y empiezas a sentir temor.
¿Por qué está tan exaltado?
Sus palabras hacen eco en tu cabeza y tu sólo quieres encogerte hasta desaparecer. Sientes que quieres salir corriendo y al mismo tiempo, unas ganas irrefrenables de levantarte y plantarle cara.
O no. O llorar. A lo mejor llorar es lo que te apetece. Pero no lo tienes claro, porque no puedes pensar con claridad. Su voz, su tono áspero y nada amable no te deja pensar.
No quiero que me diga nada. No así al menos.
Como no sabes qué te dice te quedas quieto. Pero sigue hablando.Parece que demanda algo.¡No se calla!
Quieres entender lo que pasa e intentas preguntar tímidamente.
Error, es un monólogo. No puedes participar.
Entonces optas por tocarlo todo. Revuelves los objetos de la mesa buscando sin saber qué. A lo mejor te está pidiendo algo. Esperas su reacción y no se hace esperar.
Su tono se endurece y el volumen de su voz se eleva.
No. No has acertado. Quedarse quieto no. Tocar tampoco.
¿Qué hago? No entiendo.
Ya sé. Gritaré. Intentaré hablar su idioma. Voy a imitarle.
Entonces gritas y gesticulas. Expulsas sonidos incongruentes dejándote llevar por la intensidad del momento. Has decidido que podrías intentar hacerte entender si te pareces a él.
Para tu sorpresa esa persona se va. Se da la vuelta gritando en su idioma sin sentido y te deja allí, excitado, con la palabra en la boca y queriendo expresar tu indignación.
Menudo primer día.
Menudo trato y menudo training.
Me dejan estos chismes aquí. Me asustan, me gritan y se van.
Pues yo ahora quiero gritar y romper. Que me oigan bien. Me siento mal, enfadado y decido en este instante dejar este puesto. Me niego a trabajar aquí, cooperar o intentar esforzarme por esta "empresa" si cualquiera puede venir y humillarme así.
No entiendo por qué se van.
Y ahora necesito que venga alguien y me explique qué narices pasa. Y un café de paso.
Y entonces gritas pidiendo ayuda. Estás solo y desconcertado.
Y no viene nadie.
Pasa un rato y decides que es inútil. Te rindes. No van a aparecer.No vale la pena.
Aunque...espera. ¿Qué estaba haciendo cuando entró esa persona?
Si. Ya sé. Tocar los objetos de mi mesa.
Recuerdo concretamente que esta accionando el botón verde ese....
Efectivamente. Lo has conseguido. Qué buena decisión. Ahí está esa persona otra vez.
Intentas hablarle en un idioma entre el tuyo y el suyo. Estás nervioso. Creías que era lo que tenías que hacer pero resulta que ya ni habla. Su cara lo dice todo. O nada. No sabes. Otra vez perdido.
Te agarra por el brazo, te levanta casi en volandas y gritando en otro idioma con muchas más consonantes te sienta en una silla y vuelve a marcharse.
¿Cómo te sientes?
¿Qué estás pensando?
¿Qué estás decidiendo?
Todos los días pueden primeros días.
Todo puede ser susceptible de ser aprendido. O no.
2/10/15
GRACIAS POR VENIR
"Gracias por venir"
Sólo puedo empezar así. Sólo me salen esas tres palabras cuando recorro con la mirada al grupo de madres y padres que se toman la molestia de acudir a mis talleres.
Realmente me gustaría decirles muchas más cosas, pero el tiempo está muy medido.
Hay mucho que hacer.
Ahora escribiendo ésto, sin limites ni esquemas, si pudiera volver a recorrer todas esas miradas con calma, parándome en cada uno, acercándome y conectándome con cada historia sin tener que mirar el reloj, les diría que para mi es un privilegio poder escucharles a ellos, poder recibir sus inquietudes y dudas para nutrir con sus experiencias mis ganas de seguir trabajando.
Les diría que cada taller para mi es una gran responsabilidad, como una "sanación" en la que puedo desagraviar gritos, insultos, bofetadas o cuartos oscuros que infinidad de niños han tenido que sufrir "porque vas a aprender por las buenas o por las malas".
Me hace pensar que podemos, en cierta manera, ayudar a cambiar poquito a poco las cosas. Y les agradezco la humildad y la confianza. El interés y la generosidad.
Y no me avergüenza decir que hasta les abrazaría uno a uno, pero no hay tiempo y no procede.
De momento.
El hecho de sentarme en círculo con ellos y poner en el centro de la habitación y en el epicentro de nuestras prioridades a la infancia y a la educación, me hace sentirme agradecida, aliviada y fortalecida. Pero sobretodo esperanzada. El cambio pide paso.
Cada taller lo vivo como hija, madre, hermana...como profesional, como amiga, como testigo de mil infancias anónimas con las que me cruzo cada día.
Y es que facilitar a un grupo de madres/ padres y educadores el camino hacia una educación consciente se me hace demasiado grande como para describirlo en unas cuantas líneas, pero me gusta hacerlo hablando de su lenguaje no verbal.
Puede ser por haberme dedicado a la Logopedia o por empatía, pero lo cierto es que me fijo siempre en los gestos, movimientos y posturas. Me gusta leer en la gente lo que pueden estar sintiendo o pensando porque nos pasa a todos: en ocasiones no podemos expresarlo con palabras pero somos chivatos indiscretos de lo que nos pasa por dentro.
Cuando empiezo agradeciendo y presentándome veo caras concentradas, esperando, miradas fijas y expresiones más serias de lo que me gustaría muchas veces. Veo brazos y piernas cruzadas.
Estamos sentados unos enfrente de otros y mi reto es hacer que derriben sus muros y empiecen a construir puentes, hacia mi, entre ellos, y hacia sus hijos. Facilitarles el camino hacia la conexión.
Les cuento, ellos hablan, trabajamos, vivenciamos, procesamos, reflexionamos, y después de haber compartido esas horas de evolución, de aprendizaje y de emoción ya no hay caras rígidas o miradas fijas, no hay brazos o piernas cruzadas. Hay personas sentadas en el borde de una silla gesticulando mientras dejan fluir todo lo que están experimentando. Es como un huracán que barre prejuicios, miedos, culpas y oscuridad para dejar paso a miradas con luz, a un millón de respuestas y a expresiones animadas que quieren decir "ahora si".
Se oye un "click" general de mentes trabajando en la apertura.
Se respira un ambiente de emociones contenidas y de corazones acelerados bajando una montaña rusa al mismo tiempo porque, como muchos me dicen al abrazarme para irse: me has dejado tocadísim@.
Ser parte del proceso de cambio de familias que no se conforman simplemente con "condicionar" a sus hijos, que quieren respetarlos para enseñarles que la vida sólo funciona si nos tenemos en cuenta los unos a los otros es, después de educar a mis propios hijos, lo único que consigue que a veces me tiemble la voz.
María Soto
Sólo puedo empezar así. Sólo me salen esas tres palabras cuando recorro con la mirada al grupo de madres y padres que se toman la molestia de acudir a mis talleres.
Realmente me gustaría decirles muchas más cosas, pero el tiempo está muy medido.
Hay mucho que hacer.
Ahora escribiendo ésto, sin limites ni esquemas, si pudiera volver a recorrer todas esas miradas con calma, parándome en cada uno, acercándome y conectándome con cada historia sin tener que mirar el reloj, les diría que para mi es un privilegio poder escucharles a ellos, poder recibir sus inquietudes y dudas para nutrir con sus experiencias mis ganas de seguir trabajando.
Les diría que cada taller para mi es una gran responsabilidad, como una "sanación" en la que puedo desagraviar gritos, insultos, bofetadas o cuartos oscuros que infinidad de niños han tenido que sufrir "porque vas a aprender por las buenas o por las malas".
Me hace pensar que podemos, en cierta manera, ayudar a cambiar poquito a poco las cosas. Y les agradezco la humildad y la confianza. El interés y la generosidad.
Y no me avergüenza decir que hasta les abrazaría uno a uno, pero no hay tiempo y no procede.
De momento.
El hecho de sentarme en círculo con ellos y poner en el centro de la habitación y en el epicentro de nuestras prioridades a la infancia y a la educación, me hace sentirme agradecida, aliviada y fortalecida. Pero sobretodo esperanzada. El cambio pide paso.
Cada taller lo vivo como hija, madre, hermana...como profesional, como amiga, como testigo de mil infancias anónimas con las que me cruzo cada día.
Y es que facilitar a un grupo de madres/ padres y educadores el camino hacia una educación consciente se me hace demasiado grande como para describirlo en unas cuantas líneas, pero me gusta hacerlo hablando de su lenguaje no verbal.
Puede ser por haberme dedicado a la Logopedia o por empatía, pero lo cierto es que me fijo siempre en los gestos, movimientos y posturas. Me gusta leer en la gente lo que pueden estar sintiendo o pensando porque nos pasa a todos: en ocasiones no podemos expresarlo con palabras pero somos chivatos indiscretos de lo que nos pasa por dentro.
Cuando empiezo agradeciendo y presentándome veo caras concentradas, esperando, miradas fijas y expresiones más serias de lo que me gustaría muchas veces. Veo brazos y piernas cruzadas.
Estamos sentados unos enfrente de otros y mi reto es hacer que derriben sus muros y empiecen a construir puentes, hacia mi, entre ellos, y hacia sus hijos. Facilitarles el camino hacia la conexión.
Les cuento, ellos hablan, trabajamos, vivenciamos, procesamos, reflexionamos, y después de haber compartido esas horas de evolución, de aprendizaje y de emoción ya no hay caras rígidas o miradas fijas, no hay brazos o piernas cruzadas. Hay personas sentadas en el borde de una silla gesticulando mientras dejan fluir todo lo que están experimentando. Es como un huracán que barre prejuicios, miedos, culpas y oscuridad para dejar paso a miradas con luz, a un millón de respuestas y a expresiones animadas que quieren decir "ahora si".
Se oye un "click" general de mentes trabajando en la apertura.
Se respira un ambiente de emociones contenidas y de corazones acelerados bajando una montaña rusa al mismo tiempo porque, como muchos me dicen al abrazarme para irse: me has dejado tocadísim@.
Ser parte del proceso de cambio de familias que no se conforman simplemente con "condicionar" a sus hijos, que quieren respetarlos para enseñarles que la vida sólo funciona si nos tenemos en cuenta los unos a los otros es, después de educar a mis propios hijos, lo único que consigue que a veces me tiemble la voz.
María Soto
6/9/15
Inocencia
Describir la inocencia es como intentar ponerle melodía a un sentimiento. No se puede definir la mirada de un niño, porque nos habla con el idioma del universo y a nosotros los adultos, se nos ha olvidado entenderlo.
Observar la inocencia es contemplar a un niño maravillarse cuando a un caracol le "salen los cuernos al sol".Ver ese brillo en sus ojos y saber agradecerlo.
Es escuchar su risa nerviosa la primera vez que nota el lametazo de un perro en la cara.
Es emocionarse contemplando su paz mientras duerme.
Poder observar la inocencia y ser conscientes de que ese pequeño ser humano está experimentando un millón de sensaciones que jamás había sentido antes, debería ser para nosotros todos los regalos de Navidad en un segundo.
Porque a veces se nos pasa de largo, a veces no reparamos en que esa duda al bajar un escalón es la primera vez que experimenta el miedo, o no somos conscientes de que aquella pelea con su primo favorito fue su primera gran decepción.
Qué ciegos al meterle prisa porque llegamos tarde o al obligarle a que se reconcilie con su primo para seguir jugando.
No. Es su primer miedo. Es su primera decepción.
Es el mundo el que debería pararse a observar y acompañar ese momento. Es el mundo el que debería detenerse a respetar ese instante único.
La inocencia es la ignorancia del mal, la mirada limpia que contempla desde el asombro, la curiosidad y la luz. Qué pena ser testigos de tal acontecimiento y vivir pensando en todo lo que no es realmente importante mientras está sucediendo justo a nuestro lado...y nos lo estamos perdiendo.
Y lo que es peor, muchas veces, lo estamos contaminando.
¿Qué pasaría si nunca perdiéramos la inocencia? ¿Qué pasaría si fuéramos capaces de vivir experimentando cada día como un regalo? ¿ Cómo sería vivir sin que las ganas de explorar y aprender se marchitasen?
El mundo no está preparado para acoger y proteger como se merece a tanta grandeza. Nos hemos olvidado de lo que era ser capaces de sentir sin medida.
¿Alguna vez has visto la reacción de un bebé cuando su madre entra en la misma habitación?
Esa mezcla de urgencia, felicidad y nerviosismo. Esa cara iluminada y esos bracitos aleteando como si quisiera echarse a volar. Esa mirada infinita.
Se nos pasa por alto que ese momento es AMOR. Estamos siendo testigos de la pureza.
Los niños son las nuevas oportunidades de observar lo real y lo auténtico. Son la píldora para la tristeza y el verdadero combustible que puede iluminar todo lo que realmente es necesario que veamos.
Si fuéramos conscientes de la magnitud de esos momentos, de lo sagrado y lo auténtico de ese llanto o de esa risa, viviríamos días que valdrían mucho más la pena.
La inocencia de los niños es la naturalidad, es la tranquilidad dentro de un huracán en crecimiento.
La inocencia es pensar que todo puede ser maravillosamente emocionante sin cansarse de esperar. Sin perder los ánimos. Porque les desborda la ilusión, porque el infinito no está suficientemente lejos.
La inocencia es la fe. Es tener la convicción ciega de que mis padres pueden y saben , de que los Reyes vienen cada año, de que todo es posible si puedes imaginarlo. De que si tú me lo dices...¡¡cómo no creerlo!!
Si fuéramos capaces de preservar esa candidez el mayor tiempo posible, si nos parásemos a pensar si realmente vale la pena apurar los tiempos y tener "niños mayores" con 3 años, o princesas con 5...Si fuéramos conscientes de que la inocencia no se recupera si la pierdes y que no hace falta jugar con pistolas o espadas...que las guerras ya llegan solas cuando menos te lo esperas.
Si fuéramos conscientes de que una vida que crece es todo lo que hay de divino en el mundo, a lo mejor nos lo pensaríamos dos veces antes de volver a decir " así se van curtiendo".
Antes de volver a faltarles al respeto.
Si. No vivimos en otra parte. Vivimos en guerras, corrupciones y soledad. Vivimos en estrés, en capitalismo y en enfermedad. Todos tenemos que aprender a convivir con lo que no es bonito, con lo que duele. Tenemos que crecer, evolucionar y adaptarnos a lo que a cada uno le toque.
Aprender a vivir...Pero si fuéramos capaces de conectarnos con el niño que fuimos, si fuéramos capaces de volver a sentir "primeras veces" y a ver lo maravilloso en lo pequeño o insignificante, quizás podríamos respetar la pureza de esas almas que creemos en construcción, pero que son las que realmente pueden darnos lecciones de grandeza.
Detengamos un momento el tiempo, bajémonos del mundo y como el concurso del "carro blindado", construyamos con ellos de cada día un juego. Porque lo que no te he dicho es que si miras de cerca a un niño, te pones bizco y se ríe tienes que pegarte mucho mucho a su pecho. Si escuchas el colibrí aleteando que vive dentro, quizás te contagies y puedas ser inocente de nuevo.
;)
María Soto
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